Por varios años, mi esposa y yo estuvimos en una vereda que, quizás, hoy sea la tuya. La vereda de los servidores (o más bien facilitadores de la gracia) de Dios. Nos conocimos en un movimiento pastoral llamado EJE en Temuco el año 2001 y comenzamos a pololear el año 2003. Luego, desde la RCC sirviendo como responsables de comunidad de jóvenes, luego representantes regionales de Jóvenes del Sur, y en los últimos años en el ministerio de la familia para los jóvenes y también para adultos.
Sin embargo, desde el año 2013 comenzamos a vivir esta realidad en torno al servicio cristiano desde la otra vereda, desde la vereda del prójimo o de quien necesita ser servido. A pesar de que periódicamente reconocíamos que necesitábamos vivir por lo menos un retiro al año, sentirnos necesitados de manera “permanente” no era lo que acostumbrábamos.
Fue durante el embarazo de mi esposa, en la semana 31, cuando le diagnosticaron un cáncer de mamas en etapa 4, con metástasis en todos los huesos del cuerpo, pulmones, ganglios, fractura de vertebra (L2) que la tuvo con parálisis postrada en cama más de un año sin moverse desde la altura del estomago para abajo, y con pronostico medico de vida de 3 meses, que nos sentimos más que necesitados de ser atendidos y asistidos. Nos sentimos como aquel paralitico que necesitó de sus amigos para ser llevado a la presencia de Jesús todopoderoso, para ser sanado.
Es por esta experiencia que pudimos reflexionar de lo importante que es ser un verdadero Servidor y un verdadero Carismático. Pues, ser servidor carismático es más que un titulo. Ser carismático se ve reflejado en el poder del Jesús en quien Tú crees.
Todos, absolutamente todos, quienes nos hacemos llamar creyentes y católicos, debemos ser servidores carismáticos. Es que nuestro Señor Jesús fundó una iglesia que sirve por amor, que está al servicio del prójimo, del necesitado, del enfermo, del huérfano, de la viuda, del encarcelado, del pobre, del deprimido, del que busca un sentido a la vida. Y para servir nos dio herramientas que, en sí mismas, no tienen sentido sino solo Con y Por AMOR. Por qué? Porque EL ES AMOR.
Un ejercicio que puede ayudarnos a comprender este concepto, que en ocasiones creemos que es un TITULO, pero no es otra cosa más que un MANDATO, es separar ambas palabras y verlas a la luz de la Palabra de Dios.
Servidor, (definición diccionario). Mt 20,26b “el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor”. Ser servidor es estar al servicio de nuestro prójimo, responder a las necesidades de nuestro prójimo, y hacerlo con urgencia pero por sobre todo con amor. No podemos demorar ni mucho menos dejar de hacerlo. Esto nos pone en una posición de estar a las órdenes del necesitado y ser facilitadores de Dios, lavar los pies de nuestro hermano, y ofrecer LO MEJOR que tenemos, que es Dios mismo. El mismo papa Francisco nos recordó esto en la Asamblea Nacional (Italia) de la RCC organizado por ICCRS el 1 de Junio del 2014 en Roma, en donde nos dijo “Vosotros sois dispensadores (facilitadores) de la gracia de Dios, no controladores.” Véase párrafo completo al final.
He participado de esta corriente de gracia desde que tengo 5 o 6 años cuando mi mamá nos llevaba a su grupo de oración, mi hermano aún bebe, dormía mientras yo me entretenía con un pandero. Recuerdo también que en mi Temuco natal, acompañaba también a mi mama a la cárcel de mujeres, otros hermanos iban al hospital, luego en mi juventud participábamos de grupos de oración en escuelas de niños especiales, con cáncer, con problemas mentales, cárcel de jóvenes, navidades en las UTIs pediátricas, etc. Hoy ya tengo 31 y he visto como nos hemos ido apagando, hemos dejado de lavar los pies de nuestro prójimo.
Cuando chico también aprendí en el grupo de mi madre, “Servidor que sirve, sirve. Servidor que no sirve, no sirve”. Amado hermano, no espere un titulo para lavar pies, tome su biblia y salga a servir. Un prójimo lo espera y su alma depende de usted. “Acercaos a los pobres, a los necesitados, para tocar en su carne la carne herida de Jesús. Acercaos, por favor.”SS.Francisco.
Carismático, aquel que ejerce carismas. El ejercicio de carismas no es una opción, sino una obligación. No es un privilegio de algunos elegidos, es la gracia que se da a todo bautizado para ejercer el amor. Por eso el profeta Joel decía que “Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne”. Sobre quienes? Sobre toda carne, sobre todos sin distinción.
Es verdad que el ejercicio de los carismas tiene que ver con un beneficio que no es para quien los ejerce sino justamente para quien lo necesita, nuestro prójimo. Porque la diferencia entre un don y un carisma, es que los dones son para Santificación personal mientras que el carisma es para el servicio de la comunidad, de la iglesia.
El ejercicio de los carismas es justamente lo que nos hace distintos a un grupo o junta de vecinos, a un partido político, a un club social. El ejercicio de los carismas es una de las formas en que Jesús es glorificado. Cuando en nuestros grupos de oración no ejercemos carismas, no alabamos o en nuestra alabanza mecánica no suceden cosas, entonces nos convertimos en un grupo de gente con buenas intenciones, un grupo simpático de personas que se junta a pasarlo bien (aunque a veces ya ni eso sucede), un grupo de gente “piadosa” que no remese ni al reino del demonio ni al reino de los cielos. Tibios, inertes e indefensos. Créame mi hermano que el mundo está lleno de gente de buenas intenciones, gente buena con ganas de hacer cosas buenas, gente que no quiere hacer mal a nadie, de verdad, el mundo está lleno de esa gente. Lo que no tiene este mundo es gente de FE, gente que esté dispuesta a cambiar el mundo en nombre de Jesús, gente que no se conforme con que el demonio no me haga nada sino que salir a cazarlo a el y a todos su secuaces de maldad. Lo que falta en este mundo es gente que crea en lo imposible (como María), gente que crea que Jesús resucitó y que por ello somos mas que vencedores. Gente que deje de creer que somos una iglesia a medio morir, sometida a las acusaciones, a la falta de fe, a la lentitud de la justicia. Hermano, Dios necesita que usted CREA en EL, con todo el corazón, con toda la mente y con todas sus fuerzas, con toda la audacia de un corazón que crea que DIOS ama y que por amor es capaz de hacer milagros, de romper cadenas, de desatar nudos, de destruir las obras del mal, de re-hacer vidas desechas, de regenerar órganos enfermos.. DIOS NECESITA GENTE CARISMATICA, GENTE QUE EJERZA CARISMAS.
Hace unos días el Señor le dio un nuevo sentido en mi vida al texto que tanto conocemos de 1Corintios 13 (aunque tenga todos los dones y carismas y no tengo amor, nada soy). El primer carisma que debemos conocer es el amor. Sin dudas, lo primero que necesitamos, que necesita nuestro prójimo es amor. Sin embargo, además de eso, para quien ejerce el carisma es muy necesario que conozca el amor de Dios y cuál es la voluntad de Dios en cada situación. Si alguno de nosotros cree que es voluntad de Dios la enfermedad de una persona, entonces no ejercerá de manera correcta el carisma de sanación. Si alguno de nosotros cree que la esclavitud espiritual de una persona es voluntad de Dios, entonces no ejerceremos de manera correcta el carisma de liberación. Si alguno de nosotros cree que la pobreza de nuestro hermano es la voluntad de Dios, entonces no ejerceremos de manera correcta la caridad. Si alguno de nosotros cree que los problemas familiares, el divorcio, el adulterio, las divisiones son voluntad de Dios, entonces no ejerceremos de manera correcta el carisma del consejo. Si alguno de nosotros, cuando nos cuentan un problema sentimos lastima, entonces hemos dejado de creer en el poder de Dios y, hermanos queridos, DIOS NO NOS TIENE LASTIMA, sino que CREE EN NOSOTROS. Hemos dejado de ejercer carismas, hemos dejado de profetizar y de denunciar por una única razón. NO CREEMOS y NO CONOCEMOS EL AMOR DE DIOS.
Juan 6,29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado».
¿Qué es creer en Dios? creer en Él, en sus obras, en su resurrección, en sus promesas, en su fidelidad.
¿OREMOS?
Señor, aviva mi corazón, despierta en mi vida tu inmenso amor e inúndame, rebosa mi corazón, lléname de Ti y que tu gracia sea mayor que mis lamentos, que tu alegría sea mayor que mis limitaciones. Haz vencido a la muerte, haz derramado tu Sangre, y has conseguido para mí la gracia, la plenitud. Hoy sé que la última palabra en mi vida y en la de mi prójimo, no la tienen los problemas, no la tiene la enfermedad, no la tiene las divisiones, ni la esclavitud, ni el pecado. La última palabra en mi vida y en la de mi prójimo la tienes tu Jesús, y en TI somos más que vencedores. En tu nombre, venceremos la adversidad. En tu nombre será llena la tierra de tu gloria. Creo Señor, pero aumenta mi fe, llénanos de tu Espíritu Santo y muévenos. AMEN
Fragmento discurso Francisco I
Otro peligro es el de convertirse en «controladores» de la gracia de Dios. Muchas veces, los responsables (a mí me gusta más el nombre «servidores») de algún grupo o comunidad se convierten, tal vez sin querer, en administradores de la gracia, decidiendo quién puede recibir la oración de efusión o el bautismo en el Espíritu y quién no. Si algunos hacen así, os ruego de no hacerlo más, no hacerlo más. Vosotros sois dispensadores de la gracia de Dios, non controladores. No seáis una aduana para el Espíritu Santo.